¿Cómo se puede aplicar la tecnología nuclear a la restauración y conservación artística?
Preguntas y respuestas

¿Cómo se puede aplicar la tecnología nuclear a la restauración y conservación artística?

La energía nuclear no solo se utiliza para producir energía. Desde su descubrimiento se han desarrollado muchas aplicaciones en otros campos. Tal vez una de las menos conocidas es la restauración y conservación de obras de arte.

Su principal ventaja es que se puede aplicar a una amplia gama de materiales, y el análisis se puede realizar de manera poco invasiva y con daños mínimos al objeto.

Estudio de la composición y técnica artística, y mucho más

La técnica más común se conoce como Fluorescencia de Rayos X (XRF por sus siglas en inglés). Consiste en emitir rayos X secundarios (o fluorescentes) característicos de un material que ha sido excitado al “bombardearlo” con rayos X de alta energía, o rayos gamma. De esta manera, se desestabiliza la estructura de los electrones y se les obliga a emitir radiación. Como la radiación es diferente en cada elemento químico, se puede establecer qué elementos químicos existen en la muestra.

Técnicas nucleares permiten estudiar la composición y técnica de un artista, determinar la autoría de una obra o descubrir falsificaciones

Esta técnica tiene la gran ventaja de que se puede aplicar con un aparato pequeño en forma de pistola, lo cual facilita su transporte y se puede aplicar in situ.

De esta manera, por ejemplo, es posible estudiar la distribución de los pigmentos individuales de una pintura. Así, se determina la autoría de la obra (lo que ayuda a detectar falsificaciones) y se realizan estudios para evitar o prevenir los procesos de degradación de los pigmentos. La técnica XRF detecta la existencia de elementos nocivos que han degradado la pintura y los elimina.

También se pueden reparar y restaurar imágenes de pinturas escondidas (que se han cubierto con otras pinturas por encima). La técnica de XRF puede mostrar la existencia de estas pinturas cubiertas al medir la concentración de elementos químicos en la superficie, tanto en la pintura que está a la vista como la que está escondida. De esta manera, se puede estudiar la pintura oculta de una manera no invasiva.

La información que aporta esta técnica es muy importante: puede ayudar a analizar o comparar la técnica del artista y las decisiones tomadas durante su creación, detectar la presencia de capas de pintura originales con las intervenciones de restauración o evaluar su estado de conservación.

¿Cómo se puede aplicar la tecnología nuclear a la restauración y conservación artística?

Limpieza y desinfección

El tiempo y la exposición a los elementos provocan el ataque de bacterias, hongos, moho e insectos. Mediante técnicas de radiación se pueden restaurar libros, muebles, instrumentos musicales, esculturas, pinturas, etcétera.

Mediante las radiaciones ionizantes se pueden desinfectar y limpiar artefactos históricos que han sufrido el daño de parásitos y otros agentes erosionadores.

Técnicas de radiación permiten restaurar muebles, libros, instrumentos musicales, esculturas o pinturas

La técnica consiste en transferir energía a los microorganismos que viven dentro del objeto sin dañar al propio objeto.

La radiación ionizante utiliza distintos niveles de intensidad de radiación según el tratamiento del objeto en cuestión.Por ejemplo, cuando los daños los han provocado insectos, como parásitos, se utiliza una dosis más baja. Para limpiar el moho, sin embargo, la dosis es más elevada. Esto se debe a que, cuanto más compleja es la estructura del ADN, más vulnerable es a los rayos gamma.

Así se consiguió limpiar una pared de iconos religiosos rumanos de madera del siglo XIX que sufrían una infesta de insectos, y en Brasil se ha restaurado con éxito una pintura peruana del siglo XVII que estaba cubierta de moho. También se ha utilizado para esterilizar las pinturas de pared de algunas tumbas egipcias colonizadas por parásitos.

También se pueden desinfectar fósiles y momias. De hecho, esta técnica se utilizó con éxito por primera vez en 1977 para desinfectar la momia del Faraón Ramsés II en Egipto, y en 2010 para neutralizar los gérmenes que habían infectado a un mamut de 50 000 años encontrado en Siberia.

Fuentes: OIEA, Foro Nuclear